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Economía argentina: rehén de la “bicicleta” y el ajuste “real”
Desde hace un largo tiempo, en los medios de comunicación, se escucha a diferentes especialistas en economía argentina pronunciar la palabra “ajuste” o la frase “bicicleta financiera”. Tales conceptos parecen difíciles de comprender si no se tiene los conocimientos adecuados en economía.
Es necesario aclarar que Argentina es uno de los países con casos únicos en la materia. Las diversas crisis y la dinámica de las finanzas de la Nación son la excepción que confirma la regla. Incluso, en varias oportunidades, diferentes dirigentes locales se refirieron al caso de Argentina como algo único. Es evidente que las reglas aplicables al resto del mundo se diluyen por completo al llegar al territorio. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de “bicicleta financiera”?
¿Qué es el “ajuste” y cuál es su verdadera función en las políticas de Estado? Para comenzar a desarmar el entramado del concepto mismo de “ajuste” no se puede dejar de lado dos factores fundamentales en la ecuación. La inflación aparece como principal eje de análisis a la hora de encarar la cuestión económica argentina.
Sin embargo, esto parece no ser lo único que modifica las variables de manera inexplicable, sino que los tipos de cambios existentes complican aún más la situación. Es necesario poner en relieve el contexto en el cual se desarrollan estos fenómenos.
Durante el siglo XX, Argentina vivió una sucesión de hechos trágicos que tuvieron una fuerte repercusión en la matriz económica. La política sufrió golpes arrolladores que significaron una pérdida de la confianza por parte de los ciudadanos. La cadena de decisiones que durante más de dos décadas agravaron la realidad, hoy tienen como resultado un complejo panorama casi sin solución.
El pico inflacionario de 1989, conocido como “hiperinflación” y la posterior “megadevaluación” de 1999, dejaron al país casi en coma. Las huellas de esa etapa perduran y agobian a los ministros de la cartera.
Desde entonces, el “ajuste” aparece tanto desde el punto de vista financiero como desde el punto de vista económico. Sin ir más lejos, desde hace poco más de una década, cuando Machinea ejerció como ministro de economía precedido por Juan Domingo Caballo, enfrentaron con una restricción fiscal, tal como está dada en la actualidad.
Esto quiere decir que se encontraron con gastos mayores a los ingresos, y que no contaban con las posibilidades de financiarlo por una vía ordinaria, ya sea a través de créditos, bajo el contexto de la convertibilidad. Este contexto reflejó claramente la carencia de recursos a los cuales recurrir. De hecho, Cavallo lo hizo indirectamente para poder acceder, como lo hizo con los fondos de la AFJP.
Tampoco contaban con empresas para privatizar, ya que esto había ocurrido durante el periodo presidido por Ménem. En ese momento, ante la disparidad de ingresos y gastos, el país entró en un proceso notable de recesión, en el que los ingresos fiscales cayeron, y los gastos no. El ajuste fue del 12% de los salarios y luego el más conocido como el ajuste de Cavallo del 13%.
A su vez, con la figura del ajuste nominal se propone reducir los salarios, mientras que, el ajuste menos vendible, de acuerdo a cómo funciona en nuestro país, termina siendo una especie de toma de deuda compulsiva. Dentro de estas variables que presentan los ajustes financieros, el caso que se da diario se refleja claramente en el impuesto a las ganancias de los trabajadores. Ya que este presenta el aumento mínimo no disponible para que en teoría la paga sea menor, y se evidencia el aumento de sueldo.
Sin embargo, a la hora de hacer la cuenta, rinde cada vez menos el ingreso. Es por este tipo de manejos, que se escuchan cada vez más afirmaciones respecto al gobierno, por ejemplo, que “hace trucos, como ajustar las escalas y terminan en el mismo lugar que antes”.
En sí, lo que buscan es que se genere el aumento de los recursos de manera nominal, ¿Qué quiere decir esto?
“Te reducimos la base sobre la que cobramos impuestos”.
Este tipo de estrategias, son formas financieras, que a decir verdad no cambia el curso de la situación dada. El gobierno recurre a esta disposición para bajar el gasto, lo licuan o lo reducen, para emitir una deuda, llevarlo para adelante lo más que se pueda, pero no es más que un manejo financiero.
Luego de repetir el mismo ciclo una y otra vez, digititos referentes de economía y finanzas han tomado un posicionamiento mediático, para debatir acerca de la situación actual del país (dentro de cada período dado) y han profundizado en los análisis y debates sobre conceptos como el “ajuste” que acecha a los argentinos históricamente.
En pos de proveer mayor información a la sociedad, y esclarecer las ideas que determina la clase política y repercute en la cotidianeidad de la sociedad, algunos espacios mediáticos han puesto en relieve la situación, y a pesar de volcar los tecnicismos más específicos en un programa tanto televisivo como radial, han dejado al alcance de la mano, y en claro algunos datos para mayor conocimiento de las audiencias.
- Un desajuste puede ser transitorio, ya que se toman medidas para resolverlo. Hay que replantear el tamaño de la empresa y ajustar su operación a lo que puede soportar.
- En situaciones como la que está el país no es razonable mantener ciertos organismos, y su desaparición es lo que realmente te garantiza que el sector público ajuste realmente el gasto a lo que debería ser.
- En los períodos de mayor crecimiento del país y cuando funcionó, el sector público ajustaba al sector privado, Argentina se manejaba con un máximo de ocho ministerios a nivel nacional, ahora estamos por arriba de los 20, y a eso se le deben sumar también las secretarías que tienen rango de ministerios y con una situación peor absolutamente comprobada, con índices que lo prueban.
Estas conclusiones dejan en evidencia el camino que podría ser emprendido para finalmente obtener un ajuste que impacte notablemente y su efecto sea sostenible, con una reestructuración, a través de un planteo económico que se adecue a una infraestructura lo más atinada posible, en consonancia con los recursos dados y la función del Estado, mejorando asó la parte estructural política, económica y sociológica.
Marcando así, un antes y un después en una cuestión coyuntural que se convierte en estructural, particularmente en Argentina, reflejado en la última década, en la que el país no ha crecido.
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