“Nuestro enemigo número 1 siempre fue el hambre”

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Gentileza fotografías: Javier Piva Flos
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Pelear contra el hambre

Para quienes patear la calle es sinónimo de ingresos diarios, la pandemia del coronavirus vino a desmoronar sus débiles economías familiares. ENE dialogó con trabajadores/as de la economía popular de Tandil para saber cómo afrontan estos días de aislamiento que se traducen en falta de ingresos. De continuar la situación algunos dudan de poder sostenerlo sin salir de sus casas. La encrucijada entre el cuidado de la salud y la supervivencia. ¿Cómo prevenir el contagio y vivir día a día?

Carlos Carrizo es cartonero, forma parte de la cooperativa de Recuperadores Urbanos del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), que integra la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). Vive con su hijo de trece años en el barrio de la Movediza, su trabajo es “día a día. Reciclar día a día. En mi casa ahora mantengo más la limpieza, acomodo materiales que me quedaron acá varados. Desde que se dictaminó la cuarentena no pudimos llevar nada más a la cooperativa. A algunos compañeros les quedaron más materiales en las casas.”

Antes de que comenzaran las medidas Carlos, como otros trabajadores del cartón, generaba “entre cuatro mil a cinco mil pesos por semana, porque estábamos llevando el material a Buenos Aires”. Ahora sólo les quedó “un plan de ocho mil quinientos pesos del gobierno, que percibimos por el trabajo en la cooperativa, aparte del trabajo diario en la calle. Eso es lo único que mantenemos, pero imagínese que con ocho mil quinientos pesos no me alcanza, ni si estuviera sólo”, explica. “Yo tengo un solo nene, pero hay compañeros que tienen cuatro, cinco chicos” agrega.

En relación a las alternativas que se están analizando para contener este escenario, Carlos dice que “por ahora no hay nada, estamos sin novedades, absolutamente nada, en diálogo permanente con los referentes de las organizaciones. Lo que hacemos ahora es recolectar mercadería, que es mínima. Nosotros venimos luchando contra el enemigo número uno que para mi siempre fue el hambre” expresa.

“En treinta y pico de años jamás paré. Sin poder salir a la calle se complica, no sé si la semana que viene voy a poder quedarme acá en mi casa. Prefiero morir luchando, no sé si vamos a poder estar otros quince días más en nuestras casas”, manifiesta con preocupación.

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Por el momento, como además del cartón y del papel, junta cosas para recuperar, y como en el barrio lo conocen, “de lo que me quedó por ahí recuperé una puerta y me la compraron. Subsistimos. Ahora recuperé una cocina y la dejé por lo que sea para comprar comida”, añade.

Laura Gabastou pertenece a la organización La Poderosa, es trabajadora del productivo gastronómico cooperativa “Sabores Poderosos”. Dice “que esta situación de la pandemia nos ha angustiado a todas las cooperativas y a todos los productivos directamente. No estamos pudiendo trabajar ni elaborar en ningún lado. Nosotras por nuestro lado al tener nuestro producto habilitado sólo cuando es producido dentro de la Sala Elaboradora en la que estamos trabajando, al no poder concurrir a ese lugar, no podemos elaborar nuestro producto en nuestras casas porque no tendría validez la habilitación, y podríamos tener una multa y también los comercios que lo vendieran, así que estamos imposibilitadas de elaborar y de trabajar en ese sentido”.

En cuanto a las acciones concretas para paliar las actuales circunstancias Laura comenta que “desde toda La Poderosa estamos enfrentando esta situación buscando donaciones y recursos para poder garantizar las dos ollas semanales -lunes y jueves- en el Centro Cultural “El Cole” en Villa Cordobita, en las cuales se les da la comida a más de doscientas personas. También durante la semana tres días –lunes, miércoles y viernes- se está entregando en el merendero viandas que garantizarían la merienda cada dos días, para abarcar los cinco días de la semana y el fin de semana. Estamos buscando desde todos los frentes, apelamos mucho a la solidaridad de la gente, los comercios y las empresas, y la verdad nos vienen llegando donaciones siempre, pero es necesario seguir pidiendo porque para la gente del barrio la situación está difícil y estamos buscando la salida entre todos” concluye.

Daniel Fernández también pertenece al MTE, sostiene que “toda la UTEP se plegó a las medidas de aislamiento preventivo y obligatorio. Todas las cooperativas, unidades productivas, espacios comunitarios están cerrados. No está funcionando la actividad cotidiana de cada uno de esos espacios. La cooperativa cartonera cerró, Coopeva, la cooperativa de construcción del MTE, todo eso está paralizado, cumpliendo las medidas de cuarentena. Pero la UTEP lo que está haciendo es reforzar lo que es la entrega de alimentos, para poder cumplir justamente con las medidas, porque tenemos la pata sanitaria, pero también hay que tener cuidado, estar muy atentos a lo que es la cuestión más social y económica. Si no hay alimentos sobre la mesa difícilmente se pueda cumplir con la cuarentena”.

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Por otra parte, puntualiza: “Como UTEP estamos enfocándonos principalmente en todo lo que es mercadería, kits de limpieza. Tenemos recursos muy limitados. Estamos tratando de articular iniciativas con el estado municipal a través del Comité de crisis, y a la vez lanzamos una Campaña de donaciones de la UTEP, justamente para reforzar lo que es el stock de alimentos que tenemos y anticiparnos también, muy probablemente se extienda, empieza el frío, un montón de cuestiones que complejizan más la cuarentena para el sector de la economía popular, que es mucho más amplio que lo que está contenido por las organizaciones. Lo que entendemos como trabajadores y trabajadoras de la economía popular son aquellos compañeros/as que salieron a inventarse su trabajo ante la imposibilidad de ser absorbidos por el mercado laboral informal o formal, no tienen empleadores ni en blanco ni en negro. Salen a inventar su laburo de distintas maneras. Lo que hacemos justamente como sindicato, es organizar y potenciar ese trabajo, darle visibilidad, luchar para que tengan los mismos derechos que cualquier trabajador o trabajadora formal. Pero está claro que es un proceso, es largo, y queda en evidencia ante esta situación tan rara y extrema como es la cuarentena que básicamente, si nuestros compañeros/as no trabajan no comen. Son más de dos mil personas las que contenemos como organización, pero además hay mucha más demanda en los barrios por fuera de las mismas”.

 

Campaña de donaciones

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