Política en Tandil: ¿Mujeres al gobierno, hombres al poder?
Fe de erratas
Acabo de finalizar una nota para otro medio y en el preciso instante en el que mi segunda falange distal del dedo índice presionó el botón de enviar, caí en cuenta que si bien sigo sosteniendo la totalidad de lo vertido en la misma, es un análisis que por insuficiente resulta de alguna manera parcial y me veo en la obligación de complementarlo.
En la nota en cuestión, reflexionaba sobre la tendencia emergente hacia la masculinización de la política manifestada en el emergente de liderazgos fuertes como Milei, Trump, Xi Jinping, Bukele, Orban y el mismo Putin, por sobre otros cuadros políticos más experimentados, diplomáticos o políticamente correctos
Al final de la nota, reflexiono y afirmo que estos valores “masculinos” de liderazgo no necesariamente tienen que ser encarnados por un candidato varón, sino que deben estar presentes en la esencia de aquel o aquella que quiera sintonizar con este nuevo electorado.
Aquí comienza la nota
Lo que hace que en ese mismo instante me pregunte: ¿Por qué todo el arco político local, discursivamente comprometido con el feminismo, desde la izquierda, el peronismo y el radicalismo, nunca presentaron una candidata mujer a la intendencia y de hecho tampoco encabezan las listas? Es, cuando menos, curioso.
No les vamos a pedir tampoco que levanten la voz ante los comportamientos machistas de algunos concejales; para eso no solo habría que aplicar criterios de género en la confección de las listas, sino también de inteligencia emocional. Pero sí, me parece llamativo que a pesar de la Ley 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación, en la praxis, se siga relegando la mujer en la política a un segundo lugar.
Pareciera que, si bien supone un avance el hecho de que las reglas del juego obliguen a incorporar mujeres en las listas, de fondo sigue corriendo un código fuente machirulo que es el que en realidad permite la participación pero monopoliza la toma de decisiones. Como si les permitieran jugar pero con el joystick desenchufado.
Las mujeres en la política
Eva Duarte, Estela Martínez (Isabelita) y la misma Cristina Kirchner, llegan a la cúspide del poder (Evita no fue presidente, pero sí ostentaba un gran poder fáctico) en mayor o menor medida por la voluntad y venia, de sus respectivos maridos. Luego, claramente en distintas circunstancias, cada una supo adaptarse y construir su cuota propia de poder, pero el punto que se debate no es como administra una mujer el poder, sino su capacidad de acceso al mismo.
Lo mismo sucede con quien fuera la primera gobernadora mujer de la provincia de Buenos Aires, quien es definida por Macri. Que María Eugenia Vidal ganara una provincia tan “machista” como la de Buenos Aires, no solo supuso una de las mayores sorpresas en la política, incluso eclipsando a Gabriela Michetti como vicepresidente (también por voluntad del líder), sino que lo que más sorprendió es el silencio de parte de un feminismo que demostró que aún en la “igualdad”, hay mujeres más iguales y empoderadas que otras.
Podemos hablar también de Ocaña, Carrió, Stolbizer o Bregman, entre muchísimas otras. Todas son mujeres que han sabido navegar en las turbulentas aguas de la testosterona política; sin embargo, nunca han accedido a la cúspide del poder.
El síndrome de la vicepresidente
Es inevitable analizar el conflicto entre Milei y Villarruel en el marco de lo que
Susan Pinker denominó el “Síndrome de la Vicepresidente“, que describe cómo las mujeres en altos cargos, especialmente como vicepresidentes o figuras de apoyo, a menudo se encuentran limitadas en su capacidad para ejercer poder real. Aunque pueden tener títulos de liderazgo, su influencia y toma de decisiones son frecuentemente restringidas.
No solo explora cómo las estructuras y normas culturales patriarcales continúan predominando en muchos escenarios políticos, lo que contribuye a la obligatoriedad de las mujeres a desempeñar roles secundarios. Sino que critica el enfoque victimista que algunas corrientes feministas adoptan, sugiriendo que esta actitud puede ser políticamente útil pero también paralizante, y que distorsiona la verdadera capacidad de las mujeres para actuar y liderar efectivamente.
Ellas 2027
Hasta tanto la democracia siga haciendo referencia a “demos” (pueblo) y kratos (poder), va a ser muy difícil explicar no solo por qué no hubo una intendenta mujer hasta hoy, sino por qué luego de tanto presupuesto invertido en concientizar a la población sobre la igualdad de género, daría la sensación que desde la política el mensaje que se envía, de fondo, sigue siendo el mismo: No solo se trata de hombres que definen, sino que en el caso de nuestra ciudad, salvo excepciones, se habla de los mismos apellidos hace más de diez años.
Lujan Fiego, Rosana Florit, Alejandra Marcieri y Natalia Chacón, son algunas de las mujeres que debieran estar también en esa danza capciosa de nombres propios que en realidad tiene el fin de instalar y legitimar ciertos candidatos por sobre otros. En todos los casos, se trata de mujeres que ostentan una capacidad evidente de liderazgo, toma de decisiones, comunicación, negociación y resolución de conflictos.
Además, cuentan con una característica elemental a mi entender; su carácter se alinea perfectamente con la demanda de liderazgos firmes que la sociedad demanda, incluso por sobre varios de los hombres que se intentan instalar. Es cierto que falta mucho para hablar de candidaturas para el 2027, pero también es verdad que aun, feminismo mediante, hay silencios que incomodan.
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